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Verdaderas amigas - Cap. 1.- El almuerzo matutino

 
Post #1


Verdaderas amigas - Cap. 1.- El almuerzo matutinoNorma, como siempre, me animaba a vivir sin ataduras. A divertirme sin estarme preocupando por mi marido.Y es que hacía días le había platicado a Norma que al visitar a una prima me había ocurrido esto:?Oye, como que no es normal que un chico de su edad esté todo el día encerrado. Debería salir, andar con amigos, divertirse ?le había comentado a mi prima refiriéndome a su hijo, a quien de por sí lo notaba muy callado y retraído.?¿Para qué? ¿Para que me lo echen a perder? No, no, no. Mi Danny está más seguro aquí en casa. Es un niño muy quieto, un buen niño ?me había respondido Martha.?¡Pero Martha, tu hijo ya no es un niño!Y esto que le decía era cierto, y no sólo por la edad del chico. Mi prima no se daba cuenta, o no lo quería ver, pero Daniel, su hijo, ya tenía necesidades de hombre, necesidades que le exigían, a voz en grito, ser satisfechas. Y lo digo con toda certeza pues, cuando lo fui a buscar para que se viniera a comer, cuál fue mi sorpresa al encontrarlo masturbándose.Se veía que aquél había aprovechado que su mamá y yo conversábamos para ver videos pornográficos.Por suerte él no se dio cuenta de mi presencia, ya que estaba sentado de espaldas a la puerta. Así que me fui de ahí discretamente. Le dije a su mamá que no lo había hallado en su habitación, y que, probablemente, estaría en el baño, así que una vez saliera le avisaría. Mientras tanto le ayudé a preparar la mesa, a la vez que continuamos conversando.?Es verano Martha, plenas vacaciones, y el chico no sale de su cuarto. Se la pasa todo el día ahí encerrado. Eso no está bien ?le decía, teniendo en mente lo que acababa de ver?. Los chicos a su edad juegan futbol, andan con sus amigos, enamoran a sus primeras novias y... ?pero ella me interrumpió.?¡¿Y crees que mi Danny está en edad de andar con novia?! ¡Estás mal! ?exclamó Martha con clara irritación?. ¡No, fíjate que no! Mi hijo debe estudiar, terminar una carrera y luego trabajar. Ya entonces podrá tener novia. Tú no sabes nada de cómo educar porque no eres madre ?terminó por decirme, un tanto agresiva, así que decidí ya no decir más. Después de todo ya conozco a mi prima, y cuando se arrebata no hay manera de hacerla entrar en razón. ?Mi prima es demasiado autoritaria con ese chico?, le comenté a Norma, luego de haberle confiado lo sucedido.?Pues sí, según me cuentas, tu sobrino... Daniel dijiste que se llamaba, ¿verdad?..., bueno, pues estoy segura de que el pobrecito, a su edad, ni siquiera ha besado a una chica. Se ve que lo tienen pero si bien enfaldado. Alguien tiene que abrirle los ojos, enseñarle a disfrutar la vida?, me dijo Norma.Las dos estábamos de acuerdo en que su mamá estaba perjudicándolo, al tenerlo tan aislado, pues aquél se estaba perdiendo experiencias fundamentales de la vida; pero si bien yo se lo había comentado a Norma como una plática cualquiera, sin ninguna perversidad de mi parte, a ella se le había ocurrido una total locura.?Sí, mira, según me contaste el chico estará solo en casa, ¿no? ?me dijo Norma y yo asentí?. Pues ahí está...?¡Ay Norma, no!, ¡pero cómo crees...! ?le repliqué, pero ella ya lo tenía decidido.Unas horas más tarde, el chiquillo que esa noche se convertiría en hombre ya estaba con nosotras en el departamento.?El reto que te propongo es éste ?le dijo Norma a Daniel, planteándole un particular desafío?. Tu tía y yo nos vamos a sentar encima de ti y si...?¡NO! ¡A mí no me incluyas en esto! Él no es cualquier chico. ¡Soy su tía, Norma! ¡¿Cómo crees que yo haría...?! ¡Su mamá es mi prima hermana! ?le repliqué a mi amiga.?Está bien ?me dijo, y luego se dirigió a él aproximándosele?. Mira Daniel, si aguantas la respiración y mi propio peso mientras yo me siento en tu cara, cubriéndote nariz y boca por completo ?y aquí ella le recorrió en delicada caricia las facciones mencionadas?, y tú no te agitas ni protestas, aguantando como todo un hombre bien quietecito, bueno..., si lo haces, podrás penetrarme. ¿Qué dices? ¿Aceptas el reto?Daniel, tímido como era, no pudo emitir palabra alguna, sin embargo, asintió muy excitado. Sabía muy bien que la pérdida de su virginidad estaba en juego.?Acuéstate ahí ?le dijo, indicándole un diván.Aquél obedeció echándose de espalda sobre aquel mueble de piel.Fue ahí cuando Norma se bajó los mallones, aunque sólo lo suficiente para dejar descubiertas ambas nalgas, sin embargo, para Daniel esto fue un gran impacto. Ver esas tremendas mejillas desnudas lo dejó con la boca y los ojos abiertos, y respirando agitadamente.?¿Estás listo? ?preguntó ella seriamente.?Sí ?respondió él, e inmediatamente, con aires de gran señora, Norma se le sentó en el rostro a aquel pobre chiquillo.Su cara era notablemente más pequeña que ese par de mofletes que se le echaban encima, siendo así que daba la impresión de ser tragado por entero por el amplio trasero de mi amiga.Sin miedo a asfixiarlo, o provocarle algún daño físico por obligarle a cargar con todo su peso, Norma permaneció muy oronda sobre él. Yo ya conocía sus mañas, y su preferencia por ese tipo de juegos sádicos aplicados a jóvenes inocentes, sumisos e ingenuos. Pues así los prefiere, su presa preferida es la carne tierna, virgen y fresca. Chamacos en la justa edad de la calentura a los cuales exprime hasta la médula. Como que le da energía hacerlo con jovencitos..., qué digo hacerlo... devorarlos, chuparlos hasta dejarlos secos; pareciera que rejuvenece cuando se los ?come?. Y vaya que se los come.Luego de que Daniel resistiera las asentaderas de mi amiga, el jovencillo fue recompensado. Norma comenzó a lengüetear su erecta hombría. Ésta se le había puesto bien dura desde que ella se le hubiese sentado sobre el rostro, y no se le había bajado ni un poco; no cabía duda, Daniel estaba bendecido por la gracia de la juventud. Norma recorrió con la punta de su lengua aquel falo que se erguía como orgulloso mástil. Los dientes de la lúbrica boca femenina se le marcaron en el glande varias veces, pues ella le mordía, y él, en vez de dar muestras de sentir dolor, lo gozaba. Varias veces le hizo poner los ojos en blanco, pero Norma tenía la habilidad de no permitirle eyacular apretándole del tolete cada que estaba a punto.?¡No, no voy a tocarlo! ?le decía yo a Norma, cuando ella ya estaba a horcajadas sobre él, dispuesta a montarlo nuevamente pero ahora sobre su pene.?Ay, no seas mojigata.?¡¿Mojigata?! ?exclamé ofendida, al pensar en todas las aventuras a las que ella me había arrastrado.?Pues sí, lo único que te pido es que guíes su pene con tu mano, para que entre en mí.?¡Bueno, está bien! ?accedí, aún sabiendo que esto en realidad no era necesario, pues ella bien lo podía hacer sola; para eso era bien habilidosa. Esto sólo me lo pedía para complacer su perversión.Guié así el pene del hijo de mi prima a la hendidura de mi amiga.?Uhmmm, se siente muy rico sentarse en él, está muy tieso ¿no quieres probar? ?me dijo cuando ella estuvo ya sentada muy ufana.?¡No¡ ¡¿Cómo crees?!, es mi sobrino, ni siquiera debería de...?Bueno, pero mío no es, además es muy lindo ?y, diciendo esto, lo miró a los ojos y le sonrió, a la vez que subía y bajaba sus caderas meneándose de lo más cachonda.En el rostro de Daniel pude ver felicidad. Por vez primera se resguardaba en el interior de una mujer, recibiendo y dando placer, y aquello lo estaba extasiando.?Oh Laura, tienes que montarla, esta verga te va a encantar. Además a él también le va a gustar... ¿o no es así Daniel?Daniel, al oír las palabras de Norma, me vio como nunca antes me había visto. Era como si me dijera con la mirada: ?vamos tía, anímate, yo también te deseo?.Está de más decirlo pero al final accedí. Lo monté con verdadero placer y desenfreno. Le ofrendé las nalgas y él las hizo suyas con besos, lamidas y francas mordidas.Al poco él llevaba la iniciativa. Lo tenía encima de mí metiéndoseme con vigor como todo un hombre, mientras que yo, con las pantorrillas descansadas sobre sus hombros, y las piernas necesariamente bien flexionadas, veía el cambio en su personalidad. Daniel ya no era el mismo; ya no era el niño de mami que tanto enorgullecía a mi prima. De eso me daba cuenta mientras él me bombeaba y yo lo miraba a los ojos.?Tienes que soltarlos, anda, tienes que expulsarlos. Lléname toda, lléname toda ?le dije cuando ya estaba lista a llegar al clímax, pues quería que llegáramos juntos.Minutos más tarde, mientras aún sentía su esperma saliendo de mi cuerpo, le sonreí agradecida a Norma, sabiendo que ella le había otorgado a mi sobrino seguridad en sí mismo. Daniel no sólo era ya un joven sexualmente activo, sino que esa experiencia le brindaría la confianza necesaria para vivir sin estarse escondiendo bajo las faldas de su madre. Tomaría, desde ese momento, decisiones por sí mismo, haciéndose dueño de su propia vida.Y es que Norma es así, una mujer que te impulsa a vivir la vida con intensidad, sin el miedo al qué dirán, sin los temores moralinos que te inculcan desde chiquilla. Es una mujer muy segura de sí misma, pero sobre todo una verdadera amiga. Ella me abrió los ojos pese a mi propia testarudez, enseñándome que el príncipe azul no existe. Me mostró que la felicidad y el placer dependen de una, y no de un hombre en particular. La satisfacción una misma se la consigue. Eso lo aprendí gracias a Norma, la mujer más libidinosa que he conocido.Cap. 1.- El almuerzo matutinoLa conocí siendo la esposa de mi jefe en ese entonces, el Licenciado Ricardo Ramos, un empresario textil. Desde antes que nos presentara mi patrón ya había escuchado algo de ella, por lo menos lo que en la oficina murmuraban las malas lenguas. Se comentaba que le ponía los cuernos a su marido, quien no se daba ni cuenta.Claro que aquello bien pudieron ser puras habladurías, pero, una ocasión en que mi jefe salió a un viaje de negocios, yo misma atestigüe el verdadero carácter de Norma. El Licenciado desconocía el temperamento sexual desbordado de la hembra que dormía a su lado.Ambas escoltamos al Licenciado al aeropuerto. Ella como su amante esposa que lo iba a despedir, mientras que para mí era sólo parte de mi trabajo, como su secretaria y asistente personal.Una vez hubo partido el Licenciado, Norma me invitó a tomar una copa en un bar del aeropuerto. Pese a que usualmente no bebía acepté, pues creí descortés despreciar su invitación. Allí, después de un poco de vino, nos empezamos a conocer. Me preguntó si estaba casada, a lo que respondí que aún no. ?No, pero tengo un novio y parece que es el definitivo?, dije con verdadera satisfacción. Le mencioné que ya hasta habíamos hecho planes de matrimonio que, en unos meses, esperaba se concretaran. En aquellos días yo aún era la típica chica soltera, ilusionada con casarme para lograr la plena realización. Y creía haber encontrado a mi ?Príncipe azul? (qué equivocada estaba).Por su parte, Norma me platicó sobre su vida antes del matrimonio. Había sido edecán en eventos de todo tipo, cosa que sonaba bastante convincente pues seguía teniendo un cuerpazo. De seguro muchas mujeres la envidiaban. Yo ya creo que lo hacía. Prácticamente todos los hombres a nuestro alrededor le daban un notorio vistazo. Algunos incluso no le quitaban los ojos de encima con total cinismo. Era, sin duda, un fuerte imán para las miradas masculinas, y creo que ella disfrutaba ser el centro de toda esa atención.Norma, según me dijo, conoció al Licenciado justamente mientras realizaba un trabajo como edecán, en una exposición industrial. Lo impresionó de tal manera que pronto se volvieron amantes. Tal relación, Norma la supo encausar hasta convertirse en la esposa del Licenciado.?Pues te felicito, fuiste muy lista. Te supiste pescar un buen partido ?dije tuteándola, y con excesiva franqueza, avivada sin duda por el vino.Pese a que inmediatamente me arrepentí de mi comentario, por el atrevimiento y lo fuera de lugar del mismo, ella no dio muestra de haberlo tomado a mal.?No te creas, el casarse con un hombre rico no es todo en la vida ?me dijo con la misma confianza?. Ricardo no me da todo lo que necesito.«¿Pues qué más puedes pedir?», pensé, mientras veía cómo vestía y las alhajas que usaba. No cabía duda que el Licenciado la tenía como a toda una reina. Pero por supuesto no se lo dije.Después de un par de copas más, salimos del lugar. Norma ofreció llevarme en su auto.?¿Te apetece que nos almorcemos algo juntas? No quisiera hacerlo sola ?me dijo con una sonrisa mientras conducía.Acepté, pues ella había sido de lo más amable.Norma condujo hacia la Zona Rosa. Tras estacionar, caminamos a lo que yo creí sería un restaurante, por lo que me había dicho, sin embargo, me llevé tremenda sorpresa al ver la fachada. Se trataba de una sex-shop. Por aquellos años no eran tan comunes en la ciudad. De hecho, yo nunca había estado en una.?Vamos ?me animó, cuando notó que me había detenido en seco.No sé si fue el vino, pero me sentí animada a entrar y conocer una tienda de ese género. Era grande, o por lo menos así me lo pareció. Había largos pasillos con repisas colmadas de distintos objetos fálicos; revistas pornográficas; videos; prendas íntimas; disfraces y demás artículos por el estilo. Frente a uno de los estantes Norma y yo nos detuvimos. Ella me mostró la calidad y el calibre de unos penes de silicón. Me sorprendió el increíble detalle en ellos. Incluso tenían una textura bastante realista y hasta venosidades. Tomé uno, pero con cierta vergüenza. Temí las miradas que se volcarían sobre mí al sopesar aquello, siendo yo mujer. Aunque luego me dio risa su largo tamaño y extremo grosor.?¿Te imaginas si hubiera hombres con este tamaño de...? ?le comenté entre risas.?Pero sí que los hay ?afirmó Norma, con plena seguridad.Me sentí como una tonta. Yo jamás había...?Mira. Ahí está nuestro almuerzo ?me dijo de pronto.Tardé un segundo en comprender. Norma me señalaba a tres chicos que estaban a tan sólo unos pasos de nosotras, y a quienes miré disimuladamente sobre mi hombro.?¿Cómo ves...? ¿Nos los almorzamos? ?me propuso.?¡¿Qué?! ¡No! ¿Cómo... cómo crees? ?dije genuinamente sorprendida ante tal propuesta.No podía creer que aquello cruzara por su mente. Ella era una mujer casada. Una con un matrimonio ideal, que por supuesto no debería poner en riesgo. Además esos muchachos eran unos chiquillos comparados con... bueno, nosotras aún éramos jóvenes, pero...?Mira, ¿cuántas veces has vivido algo así? Te apuesto a que nunca te has atrevido a hacerlo con un chico diez años menor que tú. Y no me digas que no te pica la curiosidad la simple idea de hacerlo. Podrías ser tú la que lleve la dirección en una situación así, ¿no lo ves?, la que gobierne de antemano. Vente, vamos.Y se dispuso a abordarles. Yo me quedé ahí parada pensando en lo que debía hacer: ¿irme, o...? Pero dejarla ahí, sin más, sería hacerle una grosería a la esposa de mi patrón. ?Hola, mi amiga y yo nos preguntábamos si alguno de ustedes estaría interesado en mostrarnos el funcionamiento de uno de estos aparatos ?les dijo, a la vez que tomaba una de las cajas que los jóvenes habían estado curioseando.Contenían unos cilindros transparentes con una perilla de succión, muy parecida a las de los galvanómetros usados para medir la presión arterial. Más tarde Norma me explicó que tales aparatos eran bombas de vacío, usadas para promover la erección masculina.Los tres chicos se quedaron boquiabiertos ante las palabras de Norma.?Disculpe, pero nosotros no trabajamos aquí ?contestó el más correcto (o el más lerdo) de los tres.?Claro que no. Sé que ustedes únicamente están viendo la mercancía, al igual que nosotras. Es sólo que pienso regalarle una bomba de vacío a mi marido, pero antes quisiera ver cómo funciona. Miren, qué les parece si vienen a mi departamento y les invito unas copas, a cambio de que me permitan usar una de estas bombas en ustedes. ¿Eh? ¿Qué les parece? ?dijo al fin, e inmediatamente se dirigió a caja, dispuesta a pagar por el producto.Mientras los tres chicos recogían sus mochilas de paquetería (en efecto, eran estudiantes), Norma se me acercó.?¿Cómo puedes hacer algo así? ¿...cómo pones en riesgo tu matrimonio sólo por una aventura? ?le dije.?Mira, es obvio que Ricardo no me satisface en todo. Es cierto que me brinda muchas comodidades, pero, la verdad, si me conformara con lo que él me da en la cama, estaría insatisfecha indefinidamente. Sería infeliz. Con mi esposo tengo todo, menos buen sexo, y es justo que aproveche sus ausencias para darme un gusto y así desahogarme. ¿Qué, las mujeres no tenemos derecho de satisfacernos?Yo no opinaba lo mismo en aquel momento. Después de todo, la educación que me habían inculcado mis padres pesaba: El matrimonio es sagrado.?Lo que estás por hacerle a tu marido es una canallada ?le dije.?Yo no dudo que él haría lo mismo si le llegara la oportunidad de llevarse a tres jovencillas a la cama ?Norma continuó?. Además, ¿por qué crees que se casó conmigo?Me quedé callada ante la obvia respuesta.?Lo hizo por mi cuerpo ?ella misma contestó?, ¿y qué no es justo que yo le dé gusto al mismo, si así lo deseo? La mayor parte del tiempo mi cuerpo está a su disposición, pero yo también tengo derecho de gozarlo como se me venga en gana. Y, dime tú, si como secretaria, no has sido testigo de las infidelidades que tus jefes les hacen a sus mujeres. ¿No crees que también es justo que nosotras nos demos la satisfacción?Era cierto. No es que yo supiera algo del Licenciado. Pero, ciertamente, antes de él, hubo algún jefe que se me insinuó abiertamente, pese a ser casado. Yo jamás acepté, claro. Y hasta perdí el trabajo. Le concedí a Norma cierta razón. El hecho de que los hombres generalmente hacen lo que quieren, y una simplemente los tolera, es innegable.Aquellos muchachos se nos acercaron. En sus rostros se notaba lo entusiasmados que estaban. Los tres me miraron con avidez, con deseo. Nunca antes había sentido unas miradas tan intensas en mí. Seguro que vislumbraban lo que harían conmigo, o con nosotras.Norma me miró como para saber mi decisión.Pensé en la suerte de esos tres chicos; de seguro que ni se imaginaban que la calentura inicial que los empujó a curiosear en esa tienda los llevaría a...?Bueno, vamos ?dije.Decidí ?aventarme al ruedo?, como diría mi padre. Caray, mi Padre. El pobre se iría de espaldas si me viera en una situación así. Pero es que jamás había sentido lo que esas interesadas miradas provocaron en mí. Parecía como si fuera la joya más preciada.Además, me tranquilicé al pensar que yo sólo participaría como una espectadora, atestiguando lo que haría Norma, y que, en cualquier momento, podría decir: ?me voy?.
09-11-2021, at 07:39 PM
Alýntý
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